
Anna Gavalda


9 de diciembre de 1970 Boulogne-Billancourt, Altos del Sena, Francia
Escritora, novelista, profesora y periodista francesa, autora de "Quisiera que alguien me esperara en algún lugar" (1999), "La amaba" (2002), "35 kilos de esperanza" (2002), "Juntos nada más" (2004) y "Billie" (2013).- (...) Nerviosa como en el umbral de una historia de amor.
- Todo termina por arreglarse cuando se es feliz.
- Ocurre a menudo que en amor nos sintamos engañados, heridos y desgraciados, pero seguimos amando. Y, con un pie en la tumba, volvemos la vista atrás y nos decimos: Muchas veces sufrí, algunas erré, pero siempre amé.
- La trampa es pensar que tenemos derecho a ser felices.
- Para ella, vivir es una ocupación agotadora.
- Miren a una mujer embarazada: creen que está cruzando la calle, o que está trabajando o incluso que les está hablando. No es verdad. Está pensando en su bebé.
- Mientras uno se está hundiendo, no puede hacer nada, hay que esperar a tocar fondo para darse su pequeño impulso tan sano con el talón, el único que permite volver a salir a la superficie.
- Dicen que el primer amor es siempre el último, no sé si será verdad, pero para él, en todo caso, está claro que no habría llegado a ser lo que fue si no la hubiera conocido...
- La adolescencia... Qué yoyó más agotador.
- No hay pena que un libro no pueda consolar.
- Todos los hombres son imbéciles y que todas las mujeres son unas brujas, pero que no hay nada más bello en el mundo que lo que ocurre entre un imbécil y una bruja cuando se aman...
- La vulgaridad del corazón es algo indecible.
- ¿De qué sirven las emociones si no se pueden compartir?
- ¿Al cabo de cuánto tiempo se olvida el olor de quien nos ha amado? ¿Y cuándo deja uno de amar a su vez? Que me den un reloj de arena.
- (...) Será que tu rostro es un lugar que ha marcado mi vida.
- Estaba confiado. Lleno de energía. Creo que era bastante feliz en ese momento de mi vida porque, aunque no estuviera con ella, sabía que existía.
- Prefiero verte sufrir mucho hoy, mejor que un poco toda la vida.
- No hablaban mucho. Habían perdido la costumbre de compartir una comida. El protocolo no se llevó pues a rajatabla, y a ambos les resultó difícil sacudirse de encima la soledad.
- La voz humana es el instrumento más bello, el más emocionante
- Le dedico una sonrisa traviesa, en plan flecha de Cupido, pero más reservada.
- ¿Dónde termina la buena educación y dónde empieza la cobardía?
- Lo que impide que la gente conviva no es la diferencia, sino la estupidez...
- Las primeras semanas dormí sobre un colchón en el suelo. Había leído en una revista que era muy bueno para la espalda. Diecisiete días después me fui a Ikea: me dolía demasiado la espalda.
- Luchar un poquito. Un poquito cada día, tener el valor de ser uno mismo...
- Tan ingenuos como para creer un solo momento que controlamos el curso de nuestras vidas.
- Eres lo bastante fuerte como para retenerme y lo bastante inteligente como para dejarme marchar...
- El valor de enfrentarse. Al menos una vez en la vida. De enfrentarse a uno mismo.
- Se pasó todo el trayecto pensativo, contemplando la noche por la ventanilla... Se había enamorado.
- Porque la vida, al fin y al cabo, consistía un poco en ir de farol, ¿No?
- Me gusta que la gente saque lo que lleva dentro. Porque es como un autorretrato con palabras.
- Llora por tantísimas razones que no tiene ganas de pensar en ello. Se le planta delante toda su vida. Entonces, para protegerse un poco, se dice a sí misma que llora por el placer de llorar y punto.
- Me llevó un tiempo, pero por fin comprendí un día que los rituales tontos ayudan a vivir...
- Me venía bien tener la esposa tranquilizadora por un lado y el gran escalofrío por el otro.
- Se hacía la fuerte y se las daba de mujer fatal cuando en realidad era todo corazón.
- Me enamoré como quien pilla un resfriado. Sin quererlo, sin creérmelo, a mi pesar y sin poderme defender.
- Quería oír el sonido de su voz, su encantador acento, sus expresiones titubeantes o pasadas de moda.
- Nosotros cuatro, aquí, ahora, en este Clío destartalado, liberados, juntos, y que venga lo que tenga que venir.
- El infierno es cuando ya no puedes ver a la gente que quieres... Todo lo demás no importa.
- ¿Demasiados viajes tal vez? ¿Demasiados desfases horarios, demasiados techos de hotel y demasiadas noches sin descanso? O demasiadas mentiras...
- Llora porque su corazón ha vuelto hoy a latir cuando hace ya tiempo que no creía en ello.
- Mi vida es como esta cama. Frágil. Incierta.
- ¡La pasión, la pasión! Para mí era algo a medio camino entre la hipnosis y la superstición...
- "El derecho a equivocarse", una expresión sin más, una frasecita de nada, ¿Pero quién te lo otorgará?
- Mezcla un poco las churras con las merinas, la vida es más divertida cuando hay un poco de desorden...
- Y como era perfecta, me otorgaba el derecho de no serlo yo... Ella era mi pilar, un pilar sólido.
- Echarle la culpa a los demás en lugar de a uno mismo, eso está al alcance de cualquiera, ¿Sabes?
- ¿Cuántos años nos quedaban todavía antes de hacernos viejos?
- ¿Queréis que os diga dónde vivo? Vivo en mis recuerdos... Un mundo que hace tiempo que no existe ya.
- Lo importante no es el lugar en el que uno se encuentra, sino el estado de espíritu en el que está.
- (...) Con usted, todo son historias, y todas las historias son bonitas... -Pero claro que todo son historias, (...) Lo único que pasa es que nunca hay nadie que quiera escucharlas.
- Cuando te miro, me duele la tripa como si estuviera delante de diez mil personas, por favor, acaba con esto y abrázame...
- Dicen que el ejército cambia a los hombres; a mí, personalmente, el ejército me ha hecho aún más pesimista que antes.
- Los tres formamos una buena panda de lisiados.
- Fue una cena muy alegre y llena de efímeras.
- Las medicinas no debían de ayudar mucho tampoco, está claro, pero si yo hubiese sido más valiente, me habría ahorcado esa noche.
- ¿Cuánto tiempo he permanecido ahí, contemplando mi desastre?
- ¿Y cuándo terminaría la vida por separarnos? Porque así son las cosas. Porque el tiempo separa a los que se quieren, y nada perdura.
- Odio mi orgullo.
- ¿Crees que son como las minas de tus lápices? ¿Crees que se gastan cuando se utilizan? - ¿El qué? -Los sentimientos.
- Incluso la más fea, siempre tiene algo. Por lo menos el deseo de ser guapa. Él también me sonríe.
- Mi corazón es como una gran bolsa vacía, una bolsa sólida, en la que se podría meter todo un bazar y, sin embargo, no hay nada dentro.
- ¿Vivir? ¿Sobrevivir? Quizá... Pero existir, lo que se dice existir, no. Me he curtido, me he hecho más fuerte, pero mi pobre cerebro me ha dejado colgada por el camino.
- La vida me había enseñado que era mejor no pedirle demasiado. Lo que acabábamos de vivir era como un regalo. Y ya está, ya lo habíamos abierto.
- Era como un turista en París. Tenía las manos en los bolsillos y olía al aftershave de Nina Ricci for Men distribuido en todos los hoteles Ibis del mundo.
- Mi hermano no se irrita nunca, nunca habla mal de nadie, no tiene malicia ni juzga a sus semejantes. Mi hermano es de otro planeta.
- La ciudad se volvió más bella, más luminosa, más alegre.
- Es una de las razones por las cuales he elegido un oficio manual. Prefiero que sean mis manos las que piensen. Es más fácil.
- Y las dos sentimos que somos la mitad de todo y que la una sin la otra no estaría más que a medias.
- (...) Estaba a su merced. Iba a vivir las horas más hermosas de mi vida.
- No digo que sea un santo, lo que digo es que es mejor aún que un santo.
- El placer de dormir alguna vez entre tus brazos... Lo he pensado, quiero intentarlo. O lo tomas o lo dejas...
- Precisemos: una parisina que se precie no cruza nunca el bulevar Saint-Germain por el paso de cebra cuando el semáforo está en rojo. Una parisina que se precie mira los coches que pasan y se lanza, sabiendo que se está arriesgando.
- (...) Su sola existencia cambiaba la situación. La mía al menos. Fueron las únicas vacaciones de mi infancia y las más bonitas de mi vida.
- Mi abuela solía decir que a los buenos mariditos se les retenía en casa cocinándoles cositas ricas. A mí eso no se me da bien, abuela, no se me da bien... Para empezar, no sé cocinar, y además nunca me ha gustado retener a nadie.
- Porque la trampa, justamente, es pensar que estamos amarrados. Tomamos decisiones, nos metemos en créditos, en compromisos, y corremos algún que otro riesgo. Compramos casas, ponemos bebés en habitaciones rosas y dormimos todas las noches abrazados. Nos maravillamos de esa... ¿Cómo llamábamos a eso? Esa complicidad.
- Pobre... Qué suplicio para un hombre infiel pero escrupuloso. Pero yo no veía nada. No vi venir nada, ¿Comprende? ¿Cómo se puede estar tan ciega? ¿Cómo? Una de dos: o era una estúpida de cuidado o confiaba totalmente en él. Lo cual está visto que viene a ser lo mismo...
- Me dieron ganas de cogerle la mano o el brazo mientras él miraba toda esa belleza babeando, como un pobre chucho flaco ante un hueso súper jugoso pero fuera de su alcance, y decirle bajito: Volveremos... Te prometo que volveremos... ¡Levanta la cabeza, Franck! Te prometo que algún día volveremos... Y nos quedaremos para siempre...
- Quisiera que alguien me esperara en algún lugar (2001)
- La amaba (2003)
- Juntos, nada más (2004)
- Billie (2013)
- Los que saben, entenderán (2000)
- La sal de la vida (2001)
Fuente: Frases Y Pensamientos
Anna Gavalda
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